Castrato (del italiano castrato, 'castrado'; castrati en plural) es la denominación que se utiliza para referirse al cantante sometido de niño a una castración para conservar su voz aguda (de soprano, mezzo-soprano o contralto).
Mediante esta traumática intervención , se conseguía que los niños que ya habían demostrado tener especiales dotes para el canto mantuvieran, de adultos, una tesitura aguda capaz de interpretar voces características de papeles femeninos.
De este modo se lograba aunar la aguda voz infantil, considerada tierna y emocional, con las cualidades de un intérprete adulto que un niño difícilmente podía igualar: mayor potencia pulmonar, pleno dominio de la voz y la sabiduría propia de la edad.
De este modo se lograba aunar la aguda voz infantil, considerada tierna y emocional, con las cualidades de un intérprete adulto que un niño difícilmente podía igualar: mayor potencia pulmonar, pleno dominio de la voz y la sabiduría propia de la edad.
La castración debida a fines artísticos se remonta al año 400 d.C; en 1589 el papa Sixto V reorganizó el coro de la Basílica de San Pedro específicamente para incluir castrati. Así, los castrati vinieron a suplantar a los niños (cuyas voces se estropeaban después de sólo unos pocos años) y los falsetistas (cuyas voces eran más débiles y menos fiables). Las mujeres fueron prohibidas en el coro por el dictamen del Papa:" mulieres en ecclesiis taceant" ("las mujeres deben guardar silencio en la iglesia").
Fueron voces muy codiciadas y aplaudidas. Gozaron de gran prominencia hasta el siglo XVIII. Fueron especialmente importantes en la ópera seria y alcanzaron "status" de estrellas internacionales. La combinación de la calidad vocal de un muchacho y los pulmones de un hombre, producían un sonido de extraordinaria belleza, poder y flexibilidad.
En las décadas de 1720 y 1730, en el apogeo de la moda de estas voces, se ha estimado que más de 4.000 niños fueron castrados anualmente al servicio del arte. Muchos provenían de hogares pobres y fueron castrados por sus padres con la esperanza de que su hijo pudiera tener éxito y sacarles de la pobreza.
El fin oficial de los castrati llegó el día de Santa Cecilia (patrona de los músicos) de 1903, cuando el Papa Pío X, prohíbe la práctica de la castración por considerarla "una abominable costumbre contra la naturaleza humana".
El último castrato sixtino fue Alessandro Moreschi, el único castrato en realizar grabaciones en solitario. Se retiró oficialmente en marzo de 1913 y murió en 1922.
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